En mis inicios en las clases de dibujo y pintura con Francesc Calvet trabajé este género. No sé si era por mi edad, pero de forma más libre, no académica… Él me potenció (creo) la creatividad. Desde mis comienzos, me hacia explicar lo que veía en las obras realizadas por los adultos, y yo que era muy niña hacía la lectura y le explicaba a él.
Recuerdo que después de bocetos para representar un rostro cualquiera. Con técnica acrílica decidí usar las líneas rectas y ángulos divisorios como planos para configurarlo. Ahora veo, que tenía buen pulso, ya que las líneas estaban hechas con pincel y sin ayuda de cinta adhesiva. Mi rostro “Niña en Violeta”, y el “Hombre de la Ciudad”, de más dimensiones… serían los primeros. Luego me propuso, si no recuerdo mal, que experimentara, y Calvet, como lo llamaba puso el título de “Entre Pollock y Picasso”. Yo no los conocía bien como tal, pero tanto por técnica elegida como por la figura del rostro que se puede apreciar, sí se parece algo al rostro de Picasso.
El resto de trabajos, más académicos, tanto a lápiz (tengo más), apuntes del natural, o apuntes directos óleo. Pertenecen muchos a la época universitaria, donde quería y tenía la necesidad de aprender las “Normas de Dibujo/Pintura”. A mi abuela la retraté por lo menos 4 veces, hay un óleo pequeño del natural que un familiar no encuentra entre alguno más. Me inspiraba mucho, ella decía que tenía arrugas, aunque era muy presumida, y enseguida posaba para mí. He desarrollado mi manera de expresar el rostro, profundizando y mirando de aprender a expresar posteriormente no sólo la apariencia exterior. He intentado sintetizar por planos, para luego pasar a una mancha más espontánea, sentida y más real para mí. Se caracterizan por el uso del dorado en los ojos… Como luz interior, de una visión interior y profunda del ser.